En el corazón de un ecosistema cambiante, éste es uno de los desafíos con el que probablemente te encuentres: Tratar las infecciones. Frente a este panorama, para proteger nuestra salud colectiva y garantizar la eficacia de los tratamientos frente a las infecciones, nos encontramos actualmente ante una encrucijada: el uso responsable de los antimicrobianos y el potencial transformador de la inmunomodulación. Ambos enfoques, aunque distintos, comparten una misión común: restablecer y mantener la salud de manera efectiva y sostenible.
¿Qué es importante saber de ambos enfoques?
Los antibióticos, su cara y su cruz
Como sabes los antibióticos son sustancias químicas utilizadas para tratar infecciones causadas por bacterias. Seguro que a lo largo de tu vida habrás utilizado antibióticos con buenos resultados, que te han librado de enfermedades que sin ellos se podrían haber complicado.
Si bien, en la era actual, es crucial recalcar el mensaje de uso responsable de los antimicrobianos. La prescripción excesiva y a menudo inadecuada de antibióticos ha conducido a un desafío de salud pública: la resistencia antimicrobiana(1). Esta resistencia no solo dificulta el tratamiento de infecciones comunes, sino que eleva los riesgos de complicaciones y la carga económica para los sistemas de salud.
La moderación es clave en el uso de antimicrobianos
La educación sanitaria, tanto para los profesionales médicos como para los pacientes, es un pilar en la construcción de una cultura de prudencia en torno al uso de estos medicamentos. De hecho, las instituciones sanitarias desarrollan políticas orientadas a formar a los profesionales sanitarios y concienciar a la población general(2). Tener en cuenta estas consideraciones básicas puede mejorar su uso:
- Utilizarlos solo en infecciones producidas por bacterias sensibles a ellos. La mayoría de infecciones comunes del invierno son producidas por virus por lo que su uso en estas ocasiones no es eficaz. Igualmente, cuando se utilizan en infecciones en las que las bacterias causantes son resistentes o pertenecen a especies no sensibles al antibiótico, tampoco sería adecuado, y conllevaría el aumento de resistencias.
- Los antibióticos no son inocuos, pueden producir efectos secundarios. Es importante saber que ejercen un efecto sobre la flora bacteriana del cuerpo alterando su composición y posiblemente su función, dentro del sistema de defensa del organismo.
En el desarrollo de nuevos tratamientos frente a estas infecciones, ayuda la investigación de nuevas sustancias, con espectro de acción adaptado a las nuevas cepas bacterianas resistentes, si bien, crear nuevas guías de recomendación, basados en datos de resistencias y según grupos poblaciones, podría reducir la dependencia a estos fármacos, disminuir el gasto sanitario y la aparición de resistencias, lo que redundaría en una mejora de la salud tanto individual como de la población mundial(3,4).
La inmunomodulación, un buen recurso a nuestro alcance
Aquí es donde cobra protagonismo el sistema inmune con todo su potencial para gestionar la infección. Nuestra inmunidad está en constante contacto con microbios de nuestro entorno y se adapta continuamente a ellos intentando bloquear los que nos resultan patógenos. Las estrategias de prevención y tratamiento basadas en la imunomodulación están en aumento(5), y es porque reconsideran el rol que juega el equilibrio inmunológico en la propia gestión de la infección, poniendo el foco tanto en el bloqueo del microorganismo, como en la propia capacidad del huésped para hacerse cargo de la infección.
En este sentido, la especificidad y la memoria inmunológica son dos cuestiones clave. Nuestro organismo cuenta ya “de fábrica” con un sistema inteligente que incluye mecanismos que garantizan el reconocimiento singular del patógeno y también su gestión futura. Cuando el sistema inmune se expone por primera vez a una infección, crea una gran variedad de anticuerpos que bloquean una gran variedad de proteínas específicas de los patógenos. Esto permite que, a pesar de que el patógeno modifique alguna de sus proteínas, el sistema inmune cuente con posibilidades para neutralizar ese patógeno en un futuro. Potenciar la propia respuesta del huésped ofrece, además, protección frente a diversos patógenos simultáneamente y mantiene esa protección a largo plazo gracias a la creación de células inmunes de memoria. Y es que con la capacidad de recordar y reconocer patógenos previos, aumenta la rapidez y efectividad de nuestra respuesta ante una reinfección. Es como revisitar un viejo libro, pero esta vez, preparados con las notas al margen para una comprensión más profunda.
De especial importancia es también el enfoque inmunomodulador en el caso de la infección crónica, en la que el patógeno utiliza las células del huésped para evadir al sistema inmune. La mejora de la función inmunitaria podría evitar, en estos pacientes, impactos negativos sobre la microbiota del huésped o actuar sobre el potencial de transmisión.
La inmunomodulación es un acto de equilibrio
Otro aspecto ventajoso de la inmunoterapia a tener en cuenta es la magnitud de la propia respuesta inmune. En los últimos años hemos constatado cómo la enfermedad infecciosa no depende únicamente de la acción del patógeno sino también de la magnitud de nuestra respuesta inmune. La inmunidad no es solo un escudo sino también un sabio regulador. Conocer las claves de la inmunidad nos ofrece pistas para recuperar la homeostasis y volver a la situación inicial. De ahí que modular las respuestas inmunitarias, a través de la inmunoterapia, tiene el potencial de personalizar más los tratamientos, para evitar reacciones exageradas, asegurando que nuestro sistema de defensa opere con la precisión de un maestro artesano: ni demasiado, ni muy poco, sino justo lo necesario.
Microinmunoterapia: hacia una salud duradera y resiliente
Es vital reconocer que tanto los antimicrobianos como la inmunomodulación son partes esenciales de un espectro más amplio de estrategias de salud. Su objetivo compartido es permitir que disfrutemos de una vida plena y saludable, reduciendo el riesgo de recurrencia de enfermedades. Con el uso juicioso de los antibióticos y el fortalecimiento de las defensas naturales podemos promover un futuro más saludable.
Al restaurar y normalizar la función inmunitaria es posible realizar un trabajo de fondo y esto produce unos efectos profundos que pueden cambiar la historia de salud de la persona. Esta conciencia es la que persigue precisamente la microinmunoterapia, cuyo objetivo es sincronizarse con los mecanismos del cuerpo dentro de un entorno cambiante, invirtiendo en los propios mecanismos de defensa natural del organismo y fomentar una inmunidad más robusta y adaptable. A través de esta terapia se busca optimizar la tolerabilidad de los tratamientos de apoyo inmunitario y su compatibilidad cuando son usados en estrategias combinadas.
En resumen, enfocándonos en una prevención y tratamiento inteligente, es posible reorientar nuestra salud individual y colectiva, hacia prácticas sostenibles, resguardando los recursos terapéuticos para generaciones futuras.
Bibliografía
- Organización Mundial de la salud. Resistencia a los antibióticos [Internet]. 31 de julio de 2020. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/antibiotic-resistance.
- Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Plan nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) [Internet]. Disponible en: https://www.resistenciaantibioticos.es/es.
- Wallis RS, O’Garra A, Sher A, Wack A. Host-directed immunotherapy of viral and bacterial infections: past, present and future. Nat Rev Immunol. 2023;23(2):121-133. doi:10.1038/s41577-022-00734-z
- Prestinaci F, Pezzotti P, Pantosti A. Antimicrobial resistance: a global multifaceted phenomenon. Pathog Glob Health. 2015;109(7):309-318. doi:10.1179/2047773215Y.0000000030
- Qadri H, Shah AH, Alkhanani M, Almilaibary A, Mir MA. Immunotherapies against human bacterial and fungal infectious diseases: A review. Front Med (Lausanne). 2023;10:1135541. Published 2023 Apr 14. doi:10.3389/fmed.2023.1135541