La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica inflamatoria del sistema nervioso central (SNC) que cursa con brotes y es de tipo autoinmune. Esto significa que el sistema inmunitario ataca por error estructuras propias del organismo, concretamente en este caso, la cubierta de las fibras nerviosas. Por tanto, la EM puede afectar tanto al cerebro como a los nervios ópticos y la médula espinal.
La esclerosis múltiple se suele denominar “enfermedad de las mil caras” porque, como su propio nombre indica, puede presentar síntomas y manifestaciones múltiples, diversos y difusos que suelen dificultar el diagnóstico inicial. Hasta la fecha, es una enfermedad que no tiene cura.
¿Quiénes padecen ESCLEROSIS MÚLTIPLE?
Actualmente, más de 2,5 millones de personas sufren esclerosis múltiple en todo el mundo. Por regla general, la EM aparece en adultos jóvenes de entre 20 y 40 años y solo en casos muy raros se diagnostica por primera vez después de los 60 años. Las mujeres se ven afectadas con más frecuencia que los hombres.
¿Cómo se desarrolla?
Todavía no se han aclarado las causas concretas de la esclerosis múltiple. Esta enfermedad inflamatoria crónica es probablemente multifactorial, debida a una combinación entre predisposición genética y una influencia de factores ambientales. Los estudios científicos sugieren que lo que es hereditario es la tendencia a desarrollar esclerosis múltiple, pero no tanto la enfermedad en sí misma.
Además de la predisposición genética, existen diversos factores ambientales como la deficiencia de vitamina D en la infancia o las enfermedades infecciosas, que pueden aumentar el riesgo de padecer la enfermedad. En particular, se sospecha que las infecciones por virus del herpes, la encefalitis transmitida por garrapatas o la poliomielitis desencadenan procesos autoinmunes. Otros factores de riesgo son las infecciones bacterianas, el tabaquismo, la contaminación por metales pesados y una flora intestinal alterada.
¿Qué sucede en el organismo cuando se sufre ESCLEROSIS MÚLTIPLE?
En la esclerosis múltiple, las células inflamatorias y de defensa del cuerpo atacan por error el tejido sano del cuerpo. Por lo tanto, una parte del sistema inmunitario parece estar mal regulado. El cerebro y la médula espinal son los centros de mando del organismo, por lo que las células nerviosas se encuentran en ellos particularmente bien protegidas.
Por regla general, la interacción regulada entre la barrera hematoencefálica, los fagocitos (microglía) y las células inmunitarias de la sangre asegura que ni los patógenos ni las células inmunitarias puedan atravesar la barrera hematoencefálica. Cuando las células inmunitarias del cuerpo atraviesan la barrera hematoencefálica de forma creciente, se produce una interacción destructiva de las células de la microglía en la que se ataca al SNC. Esta reacción autoinmune provoca el ataque a las cubiertas protectoras de los nervios. Al alterar la transmisión de los flujos nerviosos, se produce un proceso de desmielinización (destrucción de la mielina, membrana que envuelve y protege las fibras nerviosas).
¿Cuáles son los síntomas típicos de la EM?
El tratamiento de la esclerosis múltiple representa un verdadero reto para los médicos. Sus síntomas diversos y difusos suelen dificultar el diagnóstico inicial.
Se puede manifestar de forma variable, con múltiples síntomas en función de la localización de las placas: alteraciones visuales y cognitivas (dolores breves, hormigueos, sensaciones de descargas eléctricas), entumecimiento o debilidad en los brazos o piernas, trastornos del movimiento, espasmos o contracturas musculares, pérdida del equilibrio, cansancio anormal, etc.
En cada paciente el cuadro de la enfermedad es distinto. En algunos pacientes, las manifestaciones desparecen completamente según la fase. Otros, luchan con considerables limitaciones en su vida cotidiana debido a la gravedad de los síntomas. Casi el 80% de los pacientes también sufre el llamado síndrome de fatiga crónica.
Microinmunoterapia y esclerosis múltiple
Si bien hoy en día la esclerosis múltiple sigue siendo considerada incurable, los profesionales médicos utilizan distintos tratamientos para ayudar a sus pacientes a hacer frente a los síntomas y mejorar su calidad de vida. En este contexto, la microinmunoterapia, integrada en un plan de tratamiento integrativo, puede ofrecer un apoyo inmunitario para hacer frente a factores asociados con la enfermedad o perpetuantes.
Por ejemplo, se ha visto que ciertas infecciones virales, como la ocasionadas por el virus de Epstein-Barr (EBV), puede estar relacionada con trastornos autoinmunes, así como puede encontrarse detrás del cansancio y el agotamiento severo. Para establecer un diagnóstico preciso, se realiza un análisis de sangre y se examina el estado inmunológico del paciente.
La microinmunoterapia se compone de sustancias que el propio sistema inmunológico utiliza para regularse y coordinarse, como las citoquinas. El objetivo de la microinmunoterapia es regular los procesos inmunológicos propios del organismo y ayudar con ello al paciente a lograr una mejor calidad de vida.