¿Sabías que el estrés no solo afecta a tu estado de ánimo, sino también a tu sistema inmunitario? El cansancio y la tensión prolongados pueden alterar los niveles de dopamina y cuando esta sustancia se desajusta, el sistema inmunitario pierde una de sus herramientas clave para mantener la inflamación bajo control. Un sistema inmunitario debilitado no solo nos hace más vulnerables a las infecciones, sino que también puede favorecer la progresión de enfermedades crónicas inflamatorias.

Inflamación: necesaria, pero peligrosa si se descontrola

¿Se trata de una moneda de doble cara? La inflamación es una respuesta natural del sistema inmunitario que se encarga de protegernos de infecciones, lesiones o agresiones externas. Si bien, cuando esta respuesta inflamatoria se alarga en el tiempo o se descontrola, puede volverse en nuestra contra y contribuir a la aparición de enfermedades inflamatorias crónicas, tales como artritis reumatoide, psoriasis, trastornos neurodegenerativos, etc.

Nuestro sistema inmunitario dispone de las herramientas necesarias para regular dicha inflamación y evitar que se vuelva excesiva. Para que este control funcione correctamente, es necesario que todas las células, hormonas y demás componentes inmunitarios estén en armonía.

Aquí es donde entra en juego la dopamina, ¡la conocida hormona de la felicidad, el placer y la motivación! Las funciones de esta hormona no se limitan a esto sino que es un neurotransmisor que juega un papel importante en el control del movimiento y coordinación motora, en las funciones cognitivas y toma de decisiones, e incluso en la modulación del sistema inmunitario y la inflamación.

La dopamina es más que un neurotransmisor del placer

Ahora que sabemos que la función de la dopamina va más allá de la búsqueda de recompensas y la sensación de bienestar, vamos a profundizar en su papel sobre el sistema inmunitario y la inflamación.

Cada vez hay más evidencia que sugiere que el sistema inmunitario puede ser afectado por el sistema nervioso y sus neurotransmisores, como la dopamina1. Esto se debe a que los linfocitos T (reguladores de la inflamación), los macrófagos y las células dendríticas cuentan con receptores de dopamina, lo cual permite que el sistema inmunitario y el sistema nervioso estén en constante comunicación, influyéndose mutuamente.

Esto significa que, si los niveles de dopamina son los adecuados, los linfocitos T y macrófagos pueden desempeñar su función correctamente. Sin embargo, como los receptores de dopamina regulan la liberación de mediadores inflamatorios y los procesos patológicos posteriores, desajustes en la dopamina podrían derivar en:

  • Un déficit de dopamina puede favorecer una inflamación excesiva al perderse su efecto modulador sobre las células inmunitarias, y dar lugar a procesos inflamatorios descontrolados y enfermedades como el Parkinson, lupus eritematoso sistémico, artritis reumatoide o esclerosis múltiple. En personas con estas enfermedades, en las que la inflamación está presente, se ha observado una alteración en los niveles de dopamina y en su acción sobre el sistema inmunitario1.
  • Un exceso de dopamina podría alterar la regulación inmunitaria, afectando la función normal de sus receptores.

Por otro lado, la dopamina puede modular también la producción de citoquinas, cruciales en la regulación de la intensidad de la respuesta inflamatoria. Por tanto, puede inducir la producción de mediadores antiinflamatorios2.

Estrés, hábitos y otros saboteadores de la dopamina

En artículos anteriores hemos hablado de los efectos del estrés sobre nuestro organismo por lo que ya nos debe resultar familiar la idea de que, aunque al principio el estrés puede provocar un aumento temporal de dopamina, el estrés crónico acaba mermándola. Este estrés crónico puede llevar a fatiga, ansiedad, desmotivación y una mayor vulnerabilidad a trastornos como la depresión.

¿Por qué sucede esto? Cuando nos sometemos a estrés prolongado, nuestro cerebro libera una hormona llamada cortisol. Esta hormona, en exceso, puede afectar la producción y la función de la dopamina. Con esto podríamos decir que el estrés crónico reduce la dopamina, lo que a su vez favorece la inflamación y ello nos hace más vulnerables a enfermedades.

La ausencia de este neurotransmisor en el cerebro puede ser causada también por otros factores. Algunos de los más comunes son:

  • Trastornos psiquiátricos: la dopamina desempeña un papel clave en la regulación del estado de ánimo y la motivación. Su déficit está relacionado con algunos trastornos como la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o la anhedonia, una condición en la que la persona pierde la capacidad de experimentar placer.
  • Enfermedades neurológicas: este tipo de enfermedades, como la enfermedad de Parkinson, causan la pérdida progresiva de células dopaminérgicas en una región del cerebro llamada sustancia negra, lo cual impide la correcta transmisión de señales motoras y emocionales, provocando síntomas como rigidez, temblores y alteraciones en el estado de ánimo.
  • Estilo de vida: el sueño es especialmente crucial, ya que durante la fase REM el cerebro regula sus niveles de neurotransmisores. Una alimentación pobre en proteínas también afecta, ya que la dopamina se sintetiza a partir de un aminoácido llamado tirosina3, presente en alimentos como carnes magras, huevos y frutos secos. Además, la actividad física y la socialización estimulan la liberación de dopamina, por lo que su ausencia prolongada puede generar una reducción en sus niveles.
  • Consumo de sustancias y ciertos medicamentos: algunas drogas, como la cocaína o las anfetaminas, generan un aumento de la dopamina, pero a largo plazo dañan el sistema dopaminérgico, disminuyendo su producción natural y generando dependencia. Y algunos medicamentos utilizados para tratar enfermedades como la esquizofrenia, la depresión o el TDAH pueden disminuir los niveles de dopamina en el cerebro como efecto secundario.

¿Cómo mantener un equilibrio saludable de dopamina?

Si queremos que nuestros niveles de dopamina se mantengan estables en el tiempo, debemos incorporar ciertos hábitos en nuestro día a día que no solo nos ayudarán a sentirnos bien sino también a que nuestro sistema inmunitario esté bien regulado, ayudando así a evitar procesos inflamatorios crónicos.

En cuanto a la alimentación, son importantes los alimentos ricos en tirosina ya que este aminoácido es fundamental en la producción de neurotransmisores y nos ayudará a mejorar el rendimiento físico, relacionado también con la producción de dopamina. Se encuentra presente en plátanos, frutos secos (especialmente almendras), aguacates, carnes magras y productos lácteos. Además de verduras, frutas, cereales integrales, pescado y legumbres, que forman parte de una dieta antiinflamatoria.

El ejercicio regular, que nos ayudará a aumentar la producción de dopamina y a reducir la inflamación. Por ejemplo, 30-45 minutos de actividad aeróbica moderada (caminar, nadar, bicicleta) 4-5 veces por semana. O 2-3 sesiones semanales de entrenamiento de fuerza y actividades que combinen concentración y movimiento. Del mismo modo, asegurar un sueño de calidad es esencial.

Por último, prácticas como la meditación, el mindfulness y la respiración profunda pueden ayudar a gestionar y reducir el impacto negativo del estrés en el sistema nervioso e inmunitario.

Regular el sistema inmunitario con microinmunoterapia

Aun habiendo incorporado un estilo de vida saludable, factores como el envejecimiento, el estrés o ciertas enfermedades pueden alterar la regulación inmunitaria. En estos casos, la microinmunoterapia puede ser una estrategia eficaz para modular la respuesta inflamatoria y recuperar el equilibrio en nuestro sistema inmunitario.

Se trata de una terapia en dosis bajas y muy bajas de citoquinas y otras moléculas endógenas. Ello permite que el sistema inmunitario trabaje correctamente a través de la supresión, bloqueo, activación o regulación de la respuesta inmune.

Con una respuesta inmunitaria modulada, podremos conseguir los siguientes beneficios:

  • Mejor gestión de situaciones que alertan al sistema inmunitario, como el estrés. Así evitar que se convierta en algo crónico y afecte a los niveles de dopamina.
  • Prevención de la cronificación de procesos inflamatorios.

 

Bibliografía

  1. Feng, Y., & Lu, Y. (2021). Immunomodulatory Effects of Dopamine in Inflammatory Diseases. Frontiers In Immunology, 12. https://doi.org/10.3389/fimmu.2021.663102
  2. Beck, G. C., Brinkkoetter, P., Hanusch, C., Schulte, J., Van Ackern, K., Van Der Woude, F. J., & Yard, B. A. (2004). Clinical review: immunomodulatory effects of dopamine in general inflammation. Critical Care, 8(6), 485. https://doi.org/10.1186/cc2879
  3. Watson, P. (2016). Suplementación con tirosina: ¿puede este aminoácido estimular la dopamina cerebral y mejorar el rendimiento físico y mental? Gatorade Sports Science Institute. https://l1nq.com/TRknf

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