Cada vez que comes tu intestino recibe una avalancha de sustancias con sus correspondientes antígenos, algunos de los cuales son nocivos pero otros son beneficiosos y necesarios para tu cuerpo. Gracias al sistema inmunitario intestinal podemos distinguirlos. ¡Imagina qué gran trabajo se debe hacer para diferenciarlos! Por esto, el intestino es el órgano inmune secundario más importante dónde se concentra el 80% de la actividad inmunitaria.
Para realizar esta actividad tan especializada y exhaustiva es necesario que numerosos agentes inmunitarios entren en juego de manera coordinada para producir buenos resultados duraderos para la salud intestinal e inmunitaria. Podemos clasificarlos en: tejido linfoide asociado al epitelio intestinal o GALT y otras células especializadas, sustancias químicas y la flora intestinal.
El GALT o Tejido linfoide asociado a la mucosa intestinal
Supone la primera línea de defensa contra los posibles patógenos que entran con los alimentos. Y también es clave en el desarrollo de la tolerancia hacia la flora intestinal y los alimentos. Así, sus componentes clave son:
Placas de Peyer. Son agrupaciones redondeadas de tejido linfoide localizado principalmente en el íleon del intestino delgado. Son ricas en linfocitos B y T y contienen numerosos folículos linfoides donde se produce gran cantidad de inmunoglobulina IgA.
Células M. Están situadas sobre las placas de Peyer y son enterocitos especializados en la captación y transporte de antígenos desde la luz intestinal hacia las células inmunitarias dentro de los folículos linfoides.
Linfocitos intraepiteliales. Son linfocitos T que están dentro del epitelio intestinal y bloquean antígenos patógenos como rotavirus, Toxoplasma y Giardia y otros elementos inconvenientes. Estos linfocitos tienen un papel muy importante en la vigilancia inmunitaria y prevención de la infección, además producen citoquinas proinflamatorias que regulan la diseminación de bacterias comensales.
Células inmunes en la lámina propria. El tejido difuso o lámina propia que se encuentra bajo el epitelio contiene una gran cantidad de linfocitos T y B, macrófagos, células dendríticas y plasmáticas que se comunican entre sí para orquestar una respuesta defensiva cuando es necesario.
Células dendríticas. Se encargan de capturar y presentar antígenos a los linfocitos T y de generar la tolerancia inmunitaria hacia moléculas beneficiosas procedentes de los alimentos y de la microbiota comensal.
Nódulos linfáticos mesentéricos. Situados a lo largo de los vasos sanguíneos, son lugares de encuentro entre células inmunes y antígenos que se han transportado desde el GALT, donde se produce el reconocimiento y desarrollo de la respuesta a nivel sistémico.
Linfocitos B y producción de IgA. Las células plasmáticas derivadas de estos linfocitos secretan grandes cantidades de inmunoglobulina que neutraliza patógenos e impide su entrada en la circulación sistémica.
Enterocitos. Son las células que revisten el epitelio intestinal. Producen moco y moléculas antimicrobianas. Ayudan a otras células inmunitarias en la regulación de la permeabilidad de la barrera intestinal y presentación de antígenos.
Células caliciformes. Aunque propiamente no forman parte del GALT son importantes para mantener su integridad y para la defensa de la mucosa intestinal. Se encuentran en el epitelio intestinal y secretan el moco, que es barrera física y química lubricante y protectora de la mucosa, donde residen las sustancias químicas protectoras como IgA, pépidos antimicrobianos etc.
Células de Paneth. Tampoco forman parte del GALT propiamente, se encuentran en el intestino delgado principalmente. Su función inmunitaria es menos específica que la del GALT. Se encargan de secretar defensinas y enzimas que mantengan la población de microorganismos tanto comensales como patógeno en equilibrio.
Sustancias químicas en el intestino: su rol inmunológico
Existe una gran cantidad de sustancias que tienen funciones inmunitarias ya sea interaccionando de manera activa con elementos o como mensajeros o mediadores de algún proceso. Las más importantes son:
Inmunoglobulina A: es la principal inmunoglobulina en la defensa de las mucosas. A nivel digestivo protege la superficie de la mucosa, neutraliza toxinas y bloquea patógenos para impedir su unión y entrada al organismo.
Enzimas digestivas: lipasa, proteasa y amilasa son enzimas que junto con la bilis rompen moléculas de grasa, proteína y carbohidratos que forman las membranas de microorganismos y así ayudan a limpiar el intestino de parásitos, bacterias, hongos y protozoos, así como a romper los alimentos en fragmentos pequeños para que puedan ser reconocidos como beneficiosos y desarrollar tolerancia alimentaria.
Péptidos antimicrobianos: defensinas y catelicidinas. Son secretados por células epiteliales e inmunitarias y tienen actividad directa contra bacterias, hongos y virus.
Acido siálico: es un componente importante de la mucina del moco intestinal que protege al epitelio y atrapa patógenos.
Quimiocinas: son sustancias especializadas en atraer células inmunitarias al lugar donde se produce la infección o inflamación intestinal. Por ejemplo la quimiocina CCL25 atrae a los linfocitos T a la mucosa intestinal.
Citoquinas como interleuquinas, factor de necrosis tumoral, interferón, factor de crecimiento etc. son importantes mensajeros inmunitarios que hacen posible la coordinación a nivel intestinal entre las células implicadas en desarrollar la respuesta inmune.
Proteínas del complemento: forman parte de un sistema de naturaleza proteica que se encarga de destruir células propias dañadas y patógenos en el intestino mediante la opsonización, lisis enzimática y en ocasiones facilitando la inflamación.
Microbioma intestinal
Cerca de 10 billones de bacterias buenas colonizan la mucosa intestinal impidiendo que los microorganismos patógenos se queden en ella. Especialmente beneficiosos para la inmunidad son los Lactobacillus paracasei y L.acidophilus. Además, el epitelio es capaz de distinguir las bacterias residentes de las patógenas mediante una vía de señalización llamada cross-talk epitelio-bacteria, que forma parte de su fisiología. Una cantidad y variedad adecuadas de cepas son necesarias para formar una barrera natural que nos protege. Asimismo, cabe destacar que la flora bacteriana que forman parte de este hábitat es capaz de producir sustancias con efectos a nivel inmunológico. Por ejemplo:
Ácidos grasos de cadena corta: como acetato, propionato y butirato tienen efectos antiinflamatorios y protectores del intestino.
Bacteriocinas: son sustancias antimicrobianas que la flora comensal produce para inhibir el crecimiento de patógenos competidores que entren en el tubo digestivo con los alimentos.
Endotoxinas: algunas bacterias comensales pueden producir lipopolisacáridos con función estimulante de la respuesta inmune, aunque en altas concentraciones estas sustancias pueden producir una reacción inflamatoria.
Conclusión
Son muchos los elementos que forman parte del sistema inmunitario localizado en el intestino ya que es ahí donde se desarrolla la respuesta inmunitaria en mayor proporción por ser la principal vía de entrada de sustancias extrañas a nuestro cuerpo. Es por tanto necesario un equilibrio y coordinación entre todos ellos para mantener una salud intestinal e inmunitaria que repercuta de manera duradera en la salud global de la persona.
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