Hay días en los que parece que el cuerpo no nos da tregua. Nos despertamos más cansados de lo que nos acostamos, y hasta las tareas más simples se sienten como una maratón. ¿Qué pasa cuando esta sensación persiste en el tiempo y un día se convierte en cada día? ¿Es solo cansancio acumulado, o podría ir más allá y ser el síndrome de fatiga crónica (SFC)? Vamos a descubrirlo…
Factores que drenan nuestra energía
Si quisiéramos participar en una maratón, ¿no nos preocuparíamos por llevar un buen entrenamiento constante que nos permitiese llegar a la meta de la mejor forma posible? ¡Pues con la salud ocurre lo mismo! Para disfrutar de una salud duradera que nos permita no solo enfermar menos sino que, cuando enfermemos, nos recuperemos más rápidamente, debemos cuidar de ella a diario.
Por ello, antes de sacar conclusiones sobre lo que le ocurre a nuestro cuerpo, pensemos en las rutinas que podrían estar mermando nuestra energía. Esto incluye:
- Cómo gestionamos el estrés.
- La calidad y cantidad de nuestro descanso.
- Los hábitos diarios que promueven el bienestar físico y mental, por ejemplo las rutinas de ejercicio o la alimentación, ya que lo que comemos y cómo lo comemos es claramente diferencial en nuestra energía durante el día.
No debemos olvidar la importancia de mantener un equilibrio entre estos tres factores ya que, cuando el equilibrio se rompe, no tener buenas rutinas que nos proporcionen energía es como intentar correr el maratón con las zapatillas desgastadas, a medio camino corres el riesgo de no poder dar el siguiente paso.
¿Qué es el síndrome de fatiga crónica?
En ocasiones puede confundirse el síndrome de fatiga crónica (SFC) con un estado de agotamiento debido a factores puntuales acumulados, pero debemos tener en cuenta que la fatiga crónica se trata de un cuadro más complejo que se caracteriza por un cansancio extremo que no mejora con el descanso, además de dificultad para concentrarse, dolor muscular y problemas de sueño. Si bien, este síndrome no puede asociarse a otros factores como una enfermedad, una época de estrés en el trabajo, un desequilibrio hormonal, etc.
Existen varios factores que pueden desencadenar o perpetuar en el tiempo esta fatiga persistente. Se tratan de:
- Infección por el virus de Epstein-Barr, el virus más relacionado con este síndrome. Se ha observado que, en muchas de las personas con síndrome de fatiga crónica, se encuentra latente este virus.1
- Infección por el citomegalovirus, la gripe, la hepatitis C y los enterovirus. Esto se debe a que algunos de ellos no llegan a desaparecer del organismo sino que permanecen latentes en las células nerviosas o inmunes y alteran el correcto funcionamiento del sistema inmunitario.
- Contacto repetido con sustancias tóxicas como insecticidas o productos de limpieza ya que pueden sensibilizar las neuronas y, con el tiempo, dañarlas. Estas sustancias pueden afectar también a las mitocondrias, las fábricas energéticas de nuestras células, lo que agrava la fatiga. De hecho, algunas personas con SFC presentan también sensibilidad química múltiple, en la cual la exposición a químicos puede desencadenar una respuesta inflamatoria y afectar a las mitocondrias.
- Factores ambientales (contaminación del aire, ruido constante, alteraciones en el ciclo luz-oscuridad…) y el estrés físico y psíquico mantenido en el tiempo también pueden ser desencadenantes. Descubre qué pasa en tu cuerpo cuando te estresas.
¿Cómo diagnosticar el síndrome de fatiga crónica?
No hay una prueba analítica o de otro tipo para diagnosticar esta enfermedad. Si bien, el médico debe analizar tu caso específico y descartar otras enfermedades por medio de analíticas específicas, como de sangre y orina, entre otros.
Además, deberá recoger información sobre antecedentes familiares y valorar la gravedad y tipología de los síntomas.
El rol del sistema inmunitario en la fatiga crónica
¿Qué papel juega el sistema inmunitario en el síndrome de fatiga crónica? Ese gran aliado al que no prestamos suficiente atención pero que, sin embargo, tiene un papel clave tanto en la fatiga crónica como en el cansancio habitual, ya que está implicado en los procesos de recuperación del cuerpo después de situaciones de estrés, falta de sueño, exceso de actividad física… En el caso del SFC, se producen alteraciones en el sistema inmunitario que podrían explicar la persistencia de los síntomas. Entre estas alteraciones destacamos:
- Disfunción inmunitaria: el sistema puede estar hiperactivo o responder de manera desregulada, lo que genera un estado de inflamación persistente que agota al organismo.
- Desequilibrio en las citoquinas: las citoquinas, que son moléculas de señalización del sistema inmunitario, están en niveles superiores o inferiores a los fisiológicos, lo que afecta la comunicación entre las células y la capacidad del cuerpo para responder adecuadamente.
- Estrés oxidativo: cuando el sistema inmunitario está sobrecargado, se produce un aumento de los radicales libres que dañan las células, afectando a la mitocondria que, como hemos comentado, es la encargada de la producción de la energía celular y de su capacidad de recuperación.
La fatiga post viral es una realidad. Un sistema inmunitario robusto nos ayudará a protegernos de las infecciones virales que pueden estar relacionadas con la fatiga crónica y también a mantenernos en equilibrio frente a los desafíos cotidianos. Cuidar nuestro sistema inmunitario es un proceso diario e incluye desde:
- Tener una alimentación rica en antioxidantes, vitaminas y minerales que nos ayude a mantener activos los mecanismos de eliminación de patógenos, así como la aportación de los cofactores necesarios para las reacciones inmunitarias.
- Dormir lo suficiente para permitir la regeneración celular.
- Reducir el estrés mediante actividades como el ejercicio moderado, la meditación o técnicas de respiración. El estrés continuado debilita los mecanismos de regulación energética del cuerpo y la respuesta inmunitaria en su conjunto.
- Evitar el contacto frecuente con toxinas ambientales, que son las responsables de alterar los niveles de tolerancia del sistema inmunitario. Estas promueven la liberación de citoquinas proinflamatorias y reducen la capacidad de desintoxicación de las mitocondrias, lo cual favorece la acumulación de tóxicos en el organismo.
La microinmunoterapia en la fatiga crónica
Aquí es donde enfoques como la microinmunoterapia pueden intervenir. Esta terapia, basada en citoquinas y otros mensajeros inmunitarios, busca mejorar o restaurar la capacidad del cuerpo para responder de forma equilibrada y enfrentarse mejor a retos como puede ser una infección viral o una inflamación, ambos factores clave en el desarrollo del síndrome de fatiga crónica.
Como hemos explicado ya en otros artículos, se trata de entrenar y fortalecer al sistema inmunitario para que pueda mantenerse sano por sí mismo. Este sistema ya tiene las herramientas necesarias para ello, pero en ocasiones necesita un impulso extra para ser más eficiente, por ejemplo con la microinmunoterapia.
No olvidemos que la respuesta para manejar el cansancio persistente o el síndrome de fatiga crónica la tenemos nosotros.
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Bibliografía
- Klimas, N. G., Salvato, F. R., Morgan, R. & Fletcher, M. A. Immunologic abnormalities in chronic fatigue syndrome. J Clin Microbiol 28, 1403–1410 (1990).