Agendas repletas de compromisos profesionales y personales, conciliar la vida profesional y familiar, vivir de la forma más saludable posible… el estrés y la presión, en todas sus formas, son parte integrante de nuestra sociedad moderna, más aún cuando sumamos al cóctel una etapa de incertidumbre. Por tanto, no es de extrañar que tarde o temprano puedan surgir situaciones de sobrecarga. En algunos casos, esto puede provocar problemas psicológicos como la depresión y el síndrome de burnout.

¿Qué es exactamente el burnout?

El burnout —también conocido como síndrome de desgaste profesional— literalmente significa “estar quemado”. Por lo general, describe una situación caracterizada por un fuerte agotamiento emocional y físico, vacío interior, una sobrecarga o estrés constante en el trabajo, una sensación de bajo rendimiento.

El fenómeno fue descrito por primera vez en 1974 por el psicoterapeuta estadounidense Herbert J. Freudenberger. En la actualidad, el síndrome de burnout es definido por la OMS como una condición derivada de un estrés laboral cronificado, que no ha podido ser manejado, gestionado, con éxito. Las personas afectadas por el síndrome de desgaste profesional lo sufren y se ven limitadas en su vida cotidiana. Por lo tanto, necesitan ayuda para hacer frente a esta situación. La mejor manera de lograr una mejoría sostenible es instaurar una estrategia temprana confeccionada a medida de las necesidades individuales de cada persona.

¿Quiénes corren un mayor riesgo de padecer burnout?

En general, el síndrome puede afectar a cualquiera. Cuando se empezó a describir el fenómeno, al principio se supuso que los que enfermaban eran principalmente trabajadores de las profesiones sociales como médicos, profesores, cuidadores geriátricos, enfermeros o trabajadores sociales, aunque hoy se sabe que todos los grupos profesionales pueden verse potencialmente afectados.

De hecho, este 2020 las profesiones sanitarias son unas de las que más han podido experimentar o se encuentran en riesgo de sufrir este tipo de trastornos. El agotamiento emocional ligado a la gestión de la pandemia, las situaciones de estrés y ansiedad, y la demanda y exigencia puede pasar factura a muchos miembros de estos colectivos.

Causas del burnout

En general, el trabajo excesivamente estresante se considera el desencadenante del síndrome. Sin embargo, esto no es siempre cierto. Aunque el estrés en el trabajo contribuye a la aparición del burnout, no es la única causa, los mecanismos pueden ser diversos. En la mayoría de los casos, factores como la presión, el estrés, la falta de reconocimiento profesional o un mal ambiente laboral, y también factores personales (por ejemplo, exigirse demasiado a uno mismo y a los demás, el perfeccionismo, las dificultades para hacer frente a los agravios y las decepciones o la baja autoestima) influyen en la aparición del síndrome. Pero no solo las demandas excesivas, sino también la falta permanente de exigencias, pueden generar un sentimiento de insatisfacción, que a la larga crea estrés y puede causar burnout.

Signos del burnout

Las personas afectadas se enfrentan a diferentes dolencias. Aunque existen algunos signos típicos, no hay una uniformidad en el cuadro sintomático. A continuación se describen algunos síntomas que pueden presentarse durante el burnout:

  • cansancio persistente
  • sensación de agotamiento (físico y mental)
  • sensación de sobrecarga
  • apatía
  • reducción del rendimiento
  • falta de sueño
  • vacío interno
  • repliegue en uno mismo
  • pesimismo
  • cinismo

De este modo, se define un patrón sintomático individual para cada persona afectada. A principios de los años 80, la psicóloga estadounidense Christina Maslach elaboró la escala de burnout de Maslach (MBI, Maslach Burnout Inventory), un cuestionario para describir este síndrome. Aún hoy es el cuestionario más utilizado. Además, Maslach definió el agotamiento emocional, la indiferencia y el cinismo, así como la disminución del rendimiento como las principales características del burnout.

¿Cómo se puede prevenir el burnout y cómo se trata?

Hasta la fecha, son pocos los estudios que han examinado sistemáticamente los posibles métodos para tratar o prevenir el síndrome. Por lo tanto, no existe una pauta estándar para el tratamiento terapéutico del burnout. De ahí que la prevención y el tratamiento tengan como objetivo principal mejorar las estrategias de las personas afectadas para hacer frente a las tensiones cotidianas e identificar formas de aliviarlas. Sin embargo, para ello es absolutamente necesario que los afectados primero reconozcan que están sobrecargados y que dicha situación no es normal.

Además, el ejercicio físico y también los ejercicios de relajación, el yoga y el entrenamiento autógeno pueden ayudar, ya que ejercen un efecto positivo sobre el estado mental. También se recomienda una dieta equilibrada rica en vitaminas y minerales, tanto para la prevención como para el tratamiento. Estas medidas también fortalecen el sistema inmunitario. Existe una estrecha interacción entre la psique y el sistema inmunitario. El estrés afecta negativamente a algunas células inmunitarias, lo que nos hace más propensos a las infecciones. Por otra parte, actualmente sabemos que un sistema inmunitario desequilibrado puede favorecer el desarrollo de enfermedades mentales, por ejemplo, la depresión.

El sistema inmunitario, el sistema hormonal y la psique están también íntimamente relacionados. El campo de la psiconeuroinmunología se topa con hallazgos cada vez más trascendentales que ponen de manifiesto la gran importancia de la medicina integrativa. En este sentido, un sistema inmunitario equilibrado sería un requisito importante para la salud, incluida la salud mental.

¿Cómo puede la microinmunoterapia ayudar con el burnout?

La microinmunoterapia es una forma bien tolerada de inmunoterapia. Utiliza sustancias inmunorreguladoras en dosis bajas para regular el sistema inmunitario de forma natural. Estas sustancias son las mismas sustancias mensajeras naturales que nuestro propio sistema de defensa utiliza para coordinar las diversas células que intervienen en la respuesta inmune.

Las personas que sufren el síndrome de burnout suelen padecer estrés crónico y agotamiento permanente. Les cuesta descansar y, por lo tanto, no pueden recuperarse adecuadamente. Muchas veces el nivel de la hormona cortisol, que se libera por el estrés, sigue aumentando: por un lado, se forma constantemente y, por otro, apenas se descompone debido a la falta de recuperación. Esto perjudica directamente al sistema inmunitario, porque el cortisol inhibe la actividad de diferentes células inmunes. De esta manera, el sistema inmunitario puede perder el equilibrio, lo que puede ser aprovechado por otras enfermedades. Aquí es donde entra en juego la microinmunoterapia, intentando reequilibrar la respuesta inmunitaria con sustancias mensajeras. La microinmunoterapia se dirige por tanto a apoyar el sistema inmunitario, para ayudarle a hacer frente de forma óptima al estrés.

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